Podría decir que lo mío fue un amor a primera vista. De estos de película, que lo ves y dices: ese debe de ser mi chico. Como si con solo verle en aquel instante, todo tu mundo girara, y lo malo, no pareciese tan malo.
Pues eso es lo que me pasó con él. En un instante mi vida cambió, por unos aspectos a mejor, pero por otros, empeoró visiblemente.
No voy a decir ni los pros, ni los contras de todo esto, porque seguro que si me pongo a contarlos, saco más negativos, aunque agradezco que los cálculos salgan así.
Me ilusioné como una tonta, tuve esperanzas que me cegaban la realidad, y mi aspecto era decaído y triste cuando no le veía o cuando no hablaba con él.
Tal vez solo estaba feliz 2 horas al días, y las demás, triste y pensativa, comiéndome la cabeza, amargándome...
Ahora, llevo un tiempo sin saber nada él, sin verle, sin necesitarle, sin pensarle; y todo me va mejor: estoy más simpática, vuelvo a sonreír como antes, me estoy aplicando todavía más en mis estudios (soy una chica de sobresaliente jeje), y no tengo la necesidad de estar tanto tiempo metida en Internet.
Esta historia creo que ya está llegando a su final, no sé si con el final mejor, aunque si me hubieran dado a elegir, hubiera elegido otro. Pero, tal vez, todo haya terminado así porque no me convenía y no era bueno para mí.
En todo esto solo sé una cosa segura: el que ha perdido más, has sido tú.
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